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No tiempo, un estudio de los tiempos con atención completa.
Pienso en el tiempo como si fueran masas, cambian a veces mientras se mueven, a veces también mientras están quietas.
Pasado y futuro entre línea y línea, un presente que no existe perdido en medio de un periodo de tiempo, muchos presentes que ya no existen, presentes que dejan rastro, impronta, pero presentes que dejan de ser, grabados en la memoria, como un día detrás de otro día, el tiempo avanza, cambia, nunca se para. San Agustín de Hipona en las Confesiones XI: “El pasado es aquello que recordamos; el futuro, aquello que esperamos; el presente, aquello al que prestamos atención. Pasado, futuro y presente aparecen, pues, como memoria, espera y atención.”
La realización de estas obras me lleva a tomar conciencia del transcurso del tiempo, de como lo ocupo y en que resulta. Entonces, observo las propias obras y soy el espectador. Estas geografías que son el rastro de un pasado, representan, es decir vuelven a hacer presente aquello sucedido. La percepción del espectador, la transmisión que se produce es necesariamente en presente. Entendemos que la obra es producto de la sucesión de presentes, que las acciones en el tiempo configuran espacios y que al fin, la obra nace de la voluntad del autor de que así sea. De la suma de pequeñas líneas que hablan del tiempo, resulta un espacio intervenido, modificado, y se comprende la relación espacio-tiempo como algo que posibilita la percepción humana de la propia existencia.
Desde una perspectiva alejada, la visión de una transformación constante es percibida como continuidad, desaparece la sensación de temporalidad y se percibe un flujo continuo. La atención completa es el único momento en el cual el tiempo desaparece, es la experiencia que tenemos cuando estamos plenamente absortos en algo, por ejemplo en el ejercicio del dibujo, en este momento te das cuenta de que una serie de acciones en presente, acaban siendo un ser. La relación espacio tiempo queda patente cuando la suma de presentes configura espacios.
Una línea, dos líneas, tres líneas, cuatro líneas, cinco líneas, todas hablan entre ellas, como las personas cuando se encuentran, andan juntas durante un espacio de tiempo y se separan, se despiden, pero permanecen juntas por siempre en el dibujo. Un paso que haré, una paso que ya he hecho. Una pérdida de un momento pasado, una pérdida de un tiempo que no puedo recuperar. Muchos momentos futuros que perderé y no podré recuperar. Un tiempo que se desliza, transcurre irremediablemente, irreversible, incesante, sin poder hacer nada para modificarlo, tan sólo se puede sentir y tomar conciencia.
En mi trabajo, cada última acción determina un nuevo movimiento, de aquí acontece el cambio y la transformación continuada implícitos en la naturaleza de la materia.
Observo con interés el lenguaje específico que designa aquello temporal: ahora, después, antes, ya, simultáneamente, tarde, ayer, mañana, pronto, rápido, lento, me doy cuenta de que estos conceptos, ponen en relación cosas. En los dibujos también se establecen relaciones de proximidad, diferencia, dirección, entre las líneas, que más tarde forman un magma heterogéneo que determina un tipo de geografía.
Cuando dibujo, pienso, notas que pasan, como la música en el tiempo, transcurre mediante las notas y los silencios, ellas también hablan mientras pasa el tiempo.
Igual que en un diario, las páginas equivalen a las láminas, estas hacen de objetos captantes de fragmentos temporales, como fragmentos de memoria.
El primero de los puntos de una pequeña línea, es ya el final de un movimiento al aire, que aterriza encima del papel donde desliza hasta su muerte… aunque el movimiento continúa.
El gesto es más grande, comprende más que la propia línea, ella tan sólo es una parte de una acción mucho más grande, así como el rastro de una huella no es un paso. La línea es entonces, una chispa materializada de un recorrido mucho más extenso, completamente extenso, porque desde que la vida empieza el movimiento no se detiene.
La aglomeración de líneas permite, una visión más amplía del seguido de acciones. La unión de instantes-acciones, configuran una masa, un tejido que engloba una suma de presentes. La línea surgida de la acción consciente detiene el tiempo, solo queda el aquí y el ahora, el ser.
La estructura resultante permite visualizar una especie de mapa mental de la propia percepción temporal de un momento determinado.
La calidad de la naturaleza y por lo tanto de la materia es impermanente, su esencia es la mutabilidad, pues está siempre activa, en movimiento, en constante cambio, nunca se para. La imposibilidad de detener la realidad impide la comprensión completa de la misma, pues, todo se mueve constantemente.
La obra de creación es acción realizada con atención, es íntegramente respuesta al presente y es por lo tanto fruto de una acción plena. Integrar el hecho artístico como forma de vida implica tener la voluntad, la firme decisión de emprender una serie de acciones.
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